En el año de 1906, ocurrió uno de los sucesos más sangrientos en la historia de Sonora y reconocido como una de las causas del movimiento llamado Revolución Mexicana.
En la ciudad de Cananea, próspero lugar ubicado en una sierra del estado de Sonora, la minería era la actividad mas productiva de la región. La mayor parte de la población laboraba en las minas de cobre que estaban en los alrededores, las cuales eran famosas a nivel mundial. Se veía el ajetrear diario de los mineros que con sus instrumentos de trabajo y su cara cubierta por el sudor que produce el cansancio, así como sus cuerpos doblados por el excesivo trabajo al que estaban obligados.
Los propietarios de las minas eran extranjeros que habían recibido favores del presidente del país y facilidades para adueñarse de los recursos minerales y gracias a ello se habían convertido en personajes ricos y poderosos, seres humanos que no les interesaba el sentir de la población. En sus mentes reinaba la idea de seguir acumulando riqueza a través de la extracción del metal.
Por su parte, los trabajadores de las minas laboraban día a día y noche a noche hasta quedar exhaustos. Esto ocasionaba que muchos de ellos enfermaran y al no presentarse su suerte era el desempleo.
En cierta ocasión, justo cuando el sol comienza a declinar y da paso a la noche, los obreros se reunieron fuera de la mina para solicitarle al patrón un aumento de sueldo porque con lo que ganaban no bastaba para proveer de alimentos a su familia. La negativa enérgica que dio el dueño ocasionó molestias entre los mineros pero se mantuvieron tranquilos, pero con un rencor que poco a poco iba aumentando y que pronto habría de estallar.
Sin embargo este hecho fue solo uno de los muchos que se generaron.
Los trabajadores mexicanos empezaron a darse cuenta que los mineros que venían desde Estados Unidos eran mejor tratados por los dueños y hasta recibían mayor paga a pesar de que el trabajo que hacían ellos era más fácil y el tiempo dentro de la mina era menor.
Por su parte los mineros extranjeros se sentían privilegiados y no se relacionaban con los mexicanos por lo que el divisionismo y la inconformidad se hizo latente.
Pasados algunos meses ya cansados de tantas injusticias los mineros mexicanos se reunieron y platicaron sobre lo que estaba sucediendo y acordaron no presentarse a trabajar al día siguiente.
Un grupo de ellos se dirigió hacia la casa de uno de los patrones y ante la rabia acumulada y el sentimiento de impotencia y frustración decidieron apedrear la casa. La respuesta que recibieron fueron balazos que ocasionó la muerte de algunos mineros.
Entonces inicia un enfrentamiento entre propietarios y trabajadores, se incendiaron casas, herramientas de trabajo y el ejercito tuvo que intervenir, para defender los intereses de los dueños.
GABRIELA REYES MATUZ
MAGDALENA SONORA